El domingo pasado, 17 de diciembre de 2012, se publicaba el artículo que hoy transcribo aquí. Trata sobre la Religión en la escuela y estoy completamente alineado con lo escrito en dicho artículo, no por haber sido formado y educado en un colegio Católico durante 12 años de mi vida, que también, si no porque el argumento principal de la columna, entendiéndolo de manera cultural y social, "es de cajón". Creo que poco se puede discutir al respecto, así que no pierdo más el tiempo y os dejo con la "Patente de Corso" de esta semana de Arturo Pérez-Reverte.
¿Abraham? ¿Sansón? ¿Dalila?
Arturo Pérez-Reverte | XL Semanal | 17 de diciembre de 2012
Me lo comentó el otro día una profesora que trabaja en un colegio laico, mixto, de excelente nivel y prestigio. Con vitola culta y liberal. De los veintitantos niños de ocho a nueve años que tiene en su clase, sólo dos cursan Religión como asignatura optativa. Y en el resto del cole, más menos. Casi todos los padres eligen para sus hijos algo llamado Alternativa. Eso me picó la curiosidad. Lo mismo me da para insultar a alguien el próximo domingo, me dije. Que en los últimos artículos me he amariconado mucho. Así que esta semana hice algunas preguntas y obtuve, como veía venir, apasionantes respuestas. Y conclusiones. La principal, básicamente, es que lo mismo con el Pepé, con el Pesoe o con la madre que nos parió, esto va a seguir siendo una puñetera bazofia para analfabetos. Porque seamos justos. Ni siquiera podemos echar la culpa a los planes infames de educación que unos y otros nos llevan asestando desde hace tiempo. Los primeros responsables, los culpables son los mismos papis. O sea. No sé si me explico. Somos nosotros.
Hagan una prueba. Yo la hice, y todavía me tiemblan las manos. Pregunten a una docena de chicos de quince años, formados en esa ESO nefasta que nos legaron los infames Maravall y Solana, con la complicidad posterior de tanto idiota y/o cobarde responsable de Educación -que cada uno se adjudique el adjetivo adecuado- y el remate de los analfabetos que legislan desde Bruselas, cómo se tomaba la vida Job, qué lamentaba Jeremías, qué es multiplicar panes y peces o qué efecto produjeron las trompetas de Jericó. Aunque tampoco crean ustedes que lo de Religión es para tirar cohetes. Que eso garantiza nada. En este mundo descafeinado y edulcorado que ofrecemos a las criaturas, algunos consideran que ya han cumplido con ponerle el Moisés de Disney a los niños. Los más osados van por ahí, figúrense, por ese registro de perfil bajo: pajaritos y flores en el Edén, Ruth y Booz bailando entre espigas de trigo, José perdonando a los hijoputas de sus hermanos. Cosas así. A ver qué profesor tiene huevos, con los papás y los políticos y la sociedad de ahora, a contarles a los niños que Judith degolló a Holofernes tras echarle un polvo, que Noé no habría pasado un control de alcoholemia, que Abraham quiso dar matarile a su nene, o que Sansón, ciego por culpa de un malvado putón verbenero -me sorprende que las ultrafeminatas radicales no hayan exigido todavía borrar tal episodio de la Biblia-, se suicidó llevándose por delante a toda la peña de filisteos y filisteas. Que ésa es otra.
Pero bueno. Ni siquiera Disney, oigan. En lugar de aprender esas y otras cosas apasionantes o divertidas en clase de Religión, los niños van en masa a la de Alternativa, a tocarse las pelotillas -o su correspondiente, las niñas- haciendo manualidades y chorradas. Perdiendo el tiempo de forma miserable. Eso sí: disfraces y fiestas de primavera, de verano, de otoño, de invierno, Halloween y cuanta estupidez se ponga a tiro, no se pierden ni una. Hasta el pavo de Acción de Gracias empiezan a comer en algunos colegios -que hay que ser gilipollas- aunque los enanos no tengan ni idea de qué agradecer, ni a quién. Por lo demás, sobre la asignatura de Alternativa puedo citar un ejemplo cercano, certificado: el curso pasado, a una sobrina mía -este año sus padres, agnósticos y de izquierdas, la han apuntado a Religión- le enseñaron a jugar al bingo.
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