Varios de los trabajos, dieciséis concretamente, que recoge este segundo volumen aparecieron publicados en 1941, bajo el título "Escritos filosóficos", libro que se reeditó en el año 1982, con el título "La Filosofía, disciplina imperial". Este segundo título era el que tenía que haber llevado en una primera edición, que tenía que haber salido a la luz en el año 1930, y para la cual Ramiro Ledesma Ramos redactó una "Advertencia inicial", en octubre de ese año y que a continuación transcribo íntegramente, ya que mejor que el propio autor de la obra, no voy a explicar yo qué nos vamos a encontrar en ella:
Publico en este volumen una serie de ensayos filosóficos, casi todos aparecidos ya antes, con leves alteraciones, en revistas diversas. Se escribieron en muy varia ocasión, y obedecen quizá a preferencias momentáneas, fijando unas lecturas o insistiendo en el relieve personal de algún filósofo. Todos tienen, sin embargo, el nexo profundo que les confiere el pertenecer a un momento preciso de la vida intelectual del autor: el de su primera juventud, de la que ahora estrictamente sale, a los 25 años, para dar cara a otras responsabilidades y otras tareas de grado muy distinto. Ante el complejísimo paisaje de la problemática filosófica, el autor ha proyectado tan sólo lo que en él mismo había de exigente y de curioso: una juventud y unos entusiasmos. Quiere esto decir que los trabajos filosóficos que siguen no aspiran en manera alguna a momificarse en perfecciones. No son nada definitivo ni completo, y el lector no debe empeñarse en buscar en ellos lo que no tienen, ni han podido tener, ni yo he querido que tengan: la radical y la última actitud, frente a unas figuras y unos temas. Alguna vacilación he sufrido para determinarme a enviar a la imprenta estos ensayos. Pero aquí están, adscritos a su función rigurosa, que no es otra que la de ofrecerse como un resumen -poco, mucho o nada valioso- de un entusiasmo adolescente por la filosofía. La misma decisión que me llevó en su día a encararme por primera vez con los supremos temas de filosofía, a arrostrar todas las dificultades y a vencerlas -con alguna violencia, si se quiere, pero con absoluta rectitud intelectual-, me impele ahora también a arrostrar de nuevo las posibles iras magistrales.
Todos los jóvenes de mi edad que se han acercado estos años a la filosofía con una obligada timidez, surgida del ambiente, cohibidos ante la tremenda idearia convicción española de que aquí no ha habido ni habrá nunca filósofos.
Y, sin embargo, la filosofía es inevitable, si queremos forjar una cultura seriamente creadora. Nada hará entre nosotros el físico, el jurista, el historiador, si no logramos que se densifique en nuestra atmósfera intelectual el gusto y la afición por los problemas centrales de la filosofía. Ella tiene el secreto de los nexos sobre que gravita el enjambre teorético de que el hombre de ciencia se rodea a todas horas. Así, todavía, la cultura española es tosquedad y radio breve, sin una concepción del mundo ni una seria dedicación a los temas fundamentales. Semejantes limitaciones deben ser torpedeadas por la generación nueva. A base de cien cátedras magníficas de filosofía.
Madrid, octubre de 1930.
Los trabajos que recogen ambas ediciones del libro comentadas anteriormente, y que están presentes en este segundo volumen de las obras completas son los siguientes:
- La Filosofía, disciplina imperial.
- Notas sobre Heidegger, ¿qué es Metafísica?.
- De Rickert a la Fenomenología.
- Esquemas de Nicolai Hartmann.
- La última incógnita de Max Scheler.
- Keyserling y el "sentido".
- Un libro francés sobre Hegel.
- El causalismo de Meyerson.
- Bertrand Russel, "Análisis de la materia".
- Las sensaciones táctiles.
- Hans Driesch y las teorías de Einstein.
- Sobre la Filosofía del Renacimiento.
- Virgen de Vico.
- Unamuno y la Filosofía.
- El filósofo Amor Ruibal.
- Gracián y Schopenhauer.
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