Creo que no hace falta hacer hincapié en la grave crisis económica y social en la que estamos inmersos, la cual ha dejado sin empleo a más de cuatro millones de españoles y a más de un millón de familias con todos sus miembros parados, es decir, que no ingresan ni un triste euro en casa con la consiguiente fractura social que ello implica. Ante esto, ¿quién se queja?, ¿dónde están los sindicatos de clase, es decir Comisiones Obreras y la Unión General de Trabajadores, así como alguno que otro algo más minoritario que estos?. De verdad, no entiendo absolutamente nada, bien untados tienen que estar y con las barrigas bien satisfechas ya que de otro modo, esto es un sinsentido. Ya dicen por ahí que no se debe morder la mano de quien te da de comer y qué bien se aplican estos el refrán popular.
Pero bueno, no es mi intención aquí erigirme como azote de sindicatuchos corruptos, vendidos al sistema y que de sindicatos tienen bien poco por no decir nada. Haciendo referencia a palabras de Juan Antonio Llopart, presidente nacional del Movimiento Social Republicano en referencia a los sindicatos de clase, lo que antes era la vanguardia de la revolución, hoy día, se han convertido en la retaguardia de la reacción (a buen entendedor pocas palabras bastan), y qué razón lleva Juan Antonio cuando hace tal afirmación. Lo que hoy vengo a contar es una reflexión acerca de la socialización de ciertos sectores claves en la economía y la vertebralidad industrial de cualquier país y lo expondré de una manera breve y concisa.
Hay sectores que forman parte fundamental y vertebradora del tejido industrial, económico y social de cualquier país y que jamás, insisto, jamás, deberían dejarse en manos de intereses privados, máxime si tenemos en cuenta que hay ciertos "servicios" que de por sí son deficitarios (no generarán nunca beneficio al Estado), léase educación o sanidad por poner dos ejemplos. Partiendo de esta premisa y con sólidos fundamentos ideológicos anticapitalistas y antiliberales, considero que el actual sistema económico imperante en la gran mayoría de países occidentales, no llevará más que a la ruina total como poco a poco se va demostrando. Tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial y por mucha rimbombancia que se haya dado a la llamada Guerra Fría, el comunismo más atroz y el capitalismo más salvaje llegaron a un acuerdo no firmado, en primer lugar para repartirse Europa y por otro y lo que es peor, un pacto para que entre dichos sistemas, liberal y marxista, no dieran cabida a cualquier otra ideología que pusiera en peligro los "sólidos" cimientos que se acababan de asentar en todo el mundo, criminalizando y condenando a quien levantara una voz en favor de una tercera vía. Con el paso del tiempo, el comunismo marxista se desmoronó, más por culpa de sus "iluminados" dirigentes que por la propia ideología en sí y el sistema capitalista se erigió en la piedra filosofal de cualquier democracia que se precie, así hasta hoy y no hace falta dar detalles de cuáles están siendo las consecuencias (y con visos de ir a peor).
Pues no señores, el capitalismo no es la panacea si no todo lo contrario, y como decía unas líneas más arriba y para intentar garantizar a todo ciudadano el acceso a cuatro pilares básicos para su subsistencia y desarrollo como son, el trabajo, la vivienda, la educación y la sanidad, sectores clave para que lo anterior realmente funcione bien, deben ser nacionalizados de ipso facto. ¿Cómo se pretende hacer negocio con la salud de los españoles?, ¿con su educación?, ¿especulación con su vivienda?, etc. Por todo ello, la sanidad y la educación deben seguir siendo públicos y no sólo eso, si no, mucho mejor tratados de lo que están siendo a día de hoy. La educación en España da pavor, de la sanidad mejor ni hablemos, ¿el trabajo?, cuatro millones de parados y creciendo y la vivienda...asco me da la situación.
Desde aquí digo que soy partidario de la nacionalización de la banca y de todo el sector energético, intervención del Estado en telecomunicaciones y transportes nacionales, así como en los sectores clave que alimentan nuestro PIB como son el turismo, agricultura, construcción y cierta parte de la industria. Sanidad y educación universal, gratuita y de calidad para los españoles, invirtiendo parte de los beneficios de la socialización y nacionalización de sectores en estos. Una reinvención de la industria y agricultura española, coordinada por el Estado, así como fuertes inversiones en I+D+i, a corto plazo deficitarias, pero con un gran potencial para generaciones venideras. Por supuesto que el suelo debe ser intervenido y aprovecharlo en beneficio de la población con la construcción de verdaderas viviendas protegidas.
Tolo lo anterior, por supuesto, con un Estado-Nación fuerte, en nuestro caso España, ya que como decía Ramiro Ledesma Ramos, "tan sólo los ricos pueden permitirse el lujo de no tener Patria".
Este artículo no es más que una pequeña pincelada de ideas, que iré desarrollando en posteriores entradas con más detenimiento. Dicho queda.
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