Tras meses y meses ocultándonos la verdad de la situación económica española, por fin, no hace mucho tiempo, el Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero, se dignó a mencionar la palabra crisis cuando ya era una evidencia para todo aquél que siga con un poco de atención los diversos medios de comunicación no afines al PSOE, que por suerte o por desgracia y duela a quien duela, todavía quedan en este país. Hay que reconocer que no les salió muy mal la jugada, estando las elecciones a la vuelta de la esquina, ¿quién es el gilipollas que reconocería una crisis económica?. Venida o no de fuera, por aquéllo de que cuando Estados Unidos se constipa, el resto del mundo estornuda y por diversos asuntos económicos de mayor o menor calado que tenemos en esta Unión Europea en la que nunca tendríamos que haber entrado, la crisis financiera era un hecho meses antes de celebrarse las elecciones en España, aunque muchos mirasen para otro lado, otros no la quisieran reconocer y el partido de la oposición, estaba preocupado más por sus luchas internas que por la verdadera situación económica estatal (por mucho fichaje de última hora que hicieran del Señor Manuel Pizarro, un buen gestor en la empresa privada, Endesa en este caso, pero que para mi gusto, deja mucho que desear como cabeza visible de política económica del PP).
Pues bien, a día de hoy la palabra crisis suena con menos fuerza, siendo su sucesora la palabra recesión. Un país entra en recesión, cuando el crecimiento de su economía se mide en números negativos, cosa que en España, si no está pasando ya, no creo que pase del último trimestre del año que ocurra. Más teniendo en cuenta los presupuestos económicos que maneja el Ministro de Economía, hechos estos aproximando el precio del petróleo muy por debajo de lo que lo estamos pagando a día de hoy, y con una previsión de inflación que para nada se asemeja a los últimos datos publicados por los organismos competentes.
Ahora bien, aquéllos que enarbolan la bandera del liberalismo económico, del capitalismo salvaje, de la no intervención del Estado en ningún tipo de mercado en ciclos de bonanza económica, se aferran al intervencionismo en épocas de vacas flacas como actualmente está ocurriendo. La administración Bush nacionalizando bancos, entidades de crédito y hasta empresas aseguradoras, la Unión Europea inyectando miles de millones de euros al sistema financiero para que no se produzca una crisis, el gobierno de España planteándose ayudar económicamente a constructoras, promotoras e inmobiliarias y así podría seguir hasta que no me quedasen fuerza en los dedos para seguir tecleando. Señores, hay que ser consecuente y si se es capitalista o liberal en lo económico, se es con todas las consecuencias, las leyes del mercado que tanto os gustan funcionan así, unas veces se pierde y otras se gana.
Tres cuartos de lo mismo se le puede decir al sector bancario. Con un tipo de interés irrisorio en la zona euro hasta no hace mucho tiempo, a los bancos no les daba tiempo para cerrar contratos hipotecarios y prestatarios a diestro y siniestro. Todo el que entraba en alguna entidad bancaria, salía prácticamente con el 100% de la cantidad que deseaba. Te daban dinero para el piso, la reforma y hasta coches se ha comprado la gente con la hipoteca, ¿y ahora qué? Morosidad, morosidad y más morosidad. Esto es la pescadilla que se muerde la cola y el algoritmo es fácil, tremendamente fácil y creo que no hace falta que lo exponga aquí. Claro, ahora las cuentas no les salen y lo que antes era una guerra abierta por ofrecer el diferencial más bajo, ahora nos abrasan en prensa, radio y televisión con fondos de inversión con intereses que jamás hubiésemos imaginado y todo ello debido a la falta de liquidez que se empieza a acuciar a nivel mundial en general y en España de manera particular.
¿Y quién paga los platos rotos? ¿Quién es el que sufre en sus carnes toda esta sarta de despropósitos? Efectivamente, el ciudadano de a pie, el que se levanta todos los días para ir a trabajar, el que está hipotecado hasta las cejas, el que le debe más dinero a las entidades de crédito que pelos tiene en la cabeza, el pobre desgraciado que por culpa de cuatro chupasangres hoy tiene que ir a la oficina más cercana del INEM, los de siempre vamos, ¿O no es verdad?.
Y lo peor de todo es que esto no ha hecho más que empezar, se avecinan tiempos duros...
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