Llevo algunos días viendo en televisión, lo poco que la veo, una serie de anuncios publicitarios informando a la sociedad sobre la labor evangelizadora y social de la Iglesia Católica Española, así como solicitando ayuda económica a todo aquél que se pueda sentir sensibilizado con ese conglomerado teológico, social, político, y económico que es la Iglesia Católica en general y la Conferencia Episcopal Española en particular. Por lo visto, esta es la primera "entrega" de un plan de comunicación puesto en marcha para informar a la sociedad española sobre diversos aspectos de la Iglesia y cómo no, el nuevo plan de asignación tributaria, que desde el día 1 de enero del presente año lleva en vigor, tras ser acordado con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero a finales de 2006.
También sobre este mismo tema, escuché el otro día en el programa La Linterna, presentado y dirigido por César Vidal en la cadena COPE (emisora de radio perteneciente a la Conferencia Episcopal Española, al igual que el canal de televisión popularTV), una entrevista a D. Fernando Giménez Barriocanal, que es vicesecretario para asuntos económicos de la susodicha Conferencia. Haciendo un análisis objetivo (si se puede ser objetivo cuando de estos asuntos se trata) de la realidad de la Iglesia, hay cosas con las que puedo estar de acuerdo con D. Fernando Giménez y otras que por supuesto no comparto. No voy a hacer un análisis de la entrevista en este artículo, si no, dar mi opinión sobre la financiación de la Iglesia y el papel social de dicha institución.
La Iglesia Católica tiene como principal cometido la misión evangelizadora, predicar y dar a conocer el Nuevo Testamento, la vida de Jesús y predicar todos aquéllos dogmas de fe en los que se basa toda su cosmogonía. Dejando todo esto a un lado, ya que desde mi ateísmo creo que el mundo ha llegado a un nivel de desarrollo cultural, científico y técnico que la figura de un ser omnipotente, omnipresente y creador de todo lo habido y por haber no tiene cabida, aquí no vamos a cuestionar la teología de la Iglesia ya que es cuestión de fe y que cada cual crea en lo que le venga en gana. Pero no sólo de pastoral vive la Iglesia y algunos ejemplos claros que podemos poner es la ingente cantidad de colegios religiosos que hay repartidos por toda la geografía española, su participación vía acciones en diversas corporaciones multinacionales, sus fincas y extensiones de tierra de cultivo que poseen, sobre todo en Andalucía, Castilla La Mancha y Extremadura, su titularidad en ciertas cajas y montes de piedad, su tribuna radiofónica y televisiva COPE y PopularTV y en fin, todo tipo de negocios que realizan estos ensotanados como si de comerciales, ejecutivos y miembros de consejos de administración se tratase.
Bien es cierto que la obra social que realiza la Iglesia Católica en España ahorra al Estado miles de millones de euros, llámese cuidado de enfermos terminales, atención sanitaria por parte de monjas en ciertos hospitales, ayuda a los más necesitados mediante albergues y su red de colegios y universidades concertados con el Estado que ahorra a las arcas del Estado cerca de 3.000 millones de euros al año. Imaginar que el Estado tuviese que levantar el mismo número de colegios públicos que concertados hay, mantener dichas instalaciones, contratrar profesores funcionarios para impartir clase, etc.
De acuerdo con que en España el 80% de la población está bautizada (no es católica como ellos dicen, ya que a algunos no nos dieron opción de elegir), que hay alrededor de 8.000.000 de feligreses que domingo a domingo van a tomar el cuerpo y sangre de Cristo y escuchar el sermón que toque esa semana, que nuestro país tiene un arraigo cultural y tradicional muy vinculado a dicha religión, que Iglesia y Estado en España hasta hace no muchos años eran la misma cosa y que la Iglesia tiene un patrimonio cultural y artístico que hay que mantener. Pero la Iglesia, como toda fundación (Cruz Roja, ONCE, OID, etc.), no debería recibir más ayuda por parte del Estado que la que sus fieles y benefactores estén dispuestos a prestarle, ya que muchas obras sociales y educativas de la Iglesia están financiadas aparte, vía presupuestos generales del Estado o Comunidades Autónomas como son los conciertos educativos.
Además, la Iglesia, con 2.000 años de historia, no exentos de sucios negocios, muerte, persecución y odio ha tenido tiempo de ahorrar tras siglos y siglos de diezmos, apropiaciones y expolios,así como aprender técnicas empresariales para que su balance siempre salga positivo. Así que muy bien y ya sí que sí, como una empresa más, con campañas de publicidad en TV por Navidad seguro que convencen a más de uno y a más de dos para que en su próxima declaración de la renta, marquen la casilla de la Iglesia Católica o para que el niño lleve al colegio el sobre bien lleno cuando se lo pidan porque hay que realizar obras de mantenimiento en la piscina climatizada.
Twittear